domingo, 1 de noviembre de 2009

UN CAMBIO DISFRAZADO DE ESTAFA

Si queremos que se respete el país en el que vivimos es preciso comenzar por exigir respeto a nosotros mismos.
- Antonio Semprún -

Venezuela se ha convertido en un país de fantasía NO porque sea el país donde el desempleo es el más bajo de Latinoamérica o donde el índice de inseguridad sólo alcanza el 0.1 % o donde la salud de los venezolanos esta respaldada por una eficiente dotación en sus hospitales o donde la pobreza de la población venezolana es un recuerdo olvidado. No es por eso que nos ven como un país de fastacia, es porque además de ser un país exportador de petróleo nos ha convertido en un país exportador de pena y vergüenza ajena cuando a través de los medios de comunicación, este individuo indigno del gentilicio venezolano sugiere al pueblo bañarse en tres minutos, habla de su afección intestinal que lo obligaba a caminar apretadito, etiqueta de victoria de ''mierda'', uno de los pocos logros que la oposición UNIDA ha podido concretar. Este mercader de la mentira humilla al pueblo venezolano, se siente todopoderoso, se siente un rey ordenándole a esclavos, les exige ahorro y austeridad mientras aumenta su presupuesto ministerial en un 638% que habrá de utilizar de manera burda y grosera para su propio beneficio. 2'200.000 MILLONES de DOLARES pretende gastarse durante el año 2010 entre otras cosas. De esta manera, $ 264.000 en prendas de vestir, $ 18.500 en calzado, $ 13.800 en artículos de tocador (jabón, champú, perfumes) $ 2'000.000 en uso de teléfono, $ 2'700.000 en gastos de alimentación y bebidas. Aún así tiene el inmenso descaro e irrespeto de pedirle al pueblo que no importa si no tienen que comer o que vestir porque lo que importa es la revolución. Este individuo se aprovechó del cambio que aspiraban los venezolanos a tener una mejor calidad de vida y en su afán legitimo y desesperado por lograr ese cambio se obnubilaron y creyeron en las promesas que les hizo un militar mediocre que estaba conciente de estar tendiendo una celada para obtener el poder que le fué imposible lograr por las armas. En ese momento el tan anhelado cambio se vistió de ESTAFA y abrió las puertas de Venezuela a la ambición extranjera. Le abrió las puertas a un anciano dictador que veía fenecer la revolución en su isla y necesitaba un discípulo enamorado de su imagen y sus fechorías a quien no le importaría entregar la dignidad y los recursos de su país para oxigenar el proyecto moribundo y sanguinario de su padre, héroe y mentor. La aptitud el trato de quien hoy se siente dueño del futuro de los venezolanos pone en clara evidencia su condición de estafador de un pueblo al que está usando para satisfacer sus carencias y resentimientos. Esto seguirá ocurriendo hasta que el noble pueblo que lo encumbró se lo permita y decida que cada uno de los venezolanos es dueño de su propio destino y exija el respeto que merecen como individuos y como sociedad.