El poder enferma a hombres pobres de espíritu y estos a las sociedades que tienen el deber de proteger. - Antonio Semprun
Cnel.
(GN) Antonio Semprun
Oficial
de la Plaza Altamira
Chávez,
abrió las puertas del país a toda clase de delincuentes que encuentran en
Venezuela un paraíso para el narcotráfico, un lugar impune para delinquir donde
se esconden del sistema de justicia de los países donde cometen sus delitos. Estas prerrogativas concedidas por un presidente dadivoso con el extranjero y
verdugo con ''su'' pueblo las otorga a costa de la seguridad y la paz de la
sociedad venezolana. El dinero de la renta petrolera le ha permitido hacer
amistades con dictadores de todas las latitudes del mundo a quienes les regala
de manera irresponsable miles de millones de dólares mientras sume al país en
la miseria y la inseguridad.
Después
de catorce años Venezuela no es visto en el mundo como un país que brinda
posibilidades para la inversión, por quienes aspiran invertir en lugar seguro
sus capitales para progresar a base de esfuerzo y sacrificio, ofreciendo
oportunidades de trabajo y superación a los ciudadanos del país en el que
invierten. Venezuela es vista hoy como un lugar en el que se puede esconder e
invertir dinero producto de actividades ilícitas.
En
la Venezuela que Chávez administra bajo la mirada indiferente de los
arrodillados poderes del estado, ciudadanos cubanos están al frente de
registros, notarias e instituciones donde se emiten cédulas de identidad y
pasaportes, dejando es esos ciudadanos la potestad de entregárselos a quienes
lo consideren prudente. Al país han ingresado centenares de obreros chinos en
el área de la construcción privando de oportunidades de trabajo igual número de
venezolanos, la población venezolana hace acrobacias para conseguir los
productos de primera necesidad mientras en los puertos del país administrados
por personal extranjero se pudren miles de toneladas de alimentos.
Los
venezolanos deben pasar un calvario para adquirir el cupo de la moneda
extranjera estipulada por el estado, mientras Chávez y su comitiva de alegres
viajeros gastan miles de millones de dólares en giras estériles. El pueblo de
Venezuela vive en tinieblas alumbrándose con velas mientras Chávez, dona dinero
venezolano a Nicaragua y Bolivia para que se construyan tres centrales eléctricas
que solucionaran el problema de alumbrado eléctrico a miles de familias en esos
países.
En
la Venezuela de los últimos catorce años la seguridad del estado y de sus
ciudadanos está en manos de extranjeros, eso explica en parte porque al régimen
no le duele y menos le preocupa que cada fin semana los venezolanos se
conviertan en un número cada vez más alto en las estadísticas reflejadas en
dolorosos partes de guerra cada fin de semana. En el régimen de Chávez, la educación
y la salud son cubos de lego con los que juegan a su conveniencia mientras
invierte miles de millones de dólares en compra de armamento para librar una
guerra con un enemigo que sólo vive en la cabeza de Chávez.
Después de catorce años
Venezuela es un país de niños acróbatas en las esquinas de las ciudades, un país
de expropiaciones, un país inseguro en lo personal y jurídico, un país rico en
la miseria, un país de corrupción desbocada. Chávez, pretende que los
venezolanos le demos más tiempo porque según Él, aún no ha terminado su obra,
es tiempo de dejar de mirar con desdén lo grave que a diario ocurre en el país
permitiéndole a Chávez, ir desmontando lentamente pero sin pausa las instituciones
del estado para adaptarlo a un modelo político dependiente y atrasado donde
sólo se beneficia quien ejerce el poder.