sábado, 9 de noviembre de 2013


LO QUE MADURO NO PODRA SAQUEAR EN VENEZUELA

 
El poder no autoriza a quien lo posee de manera legítima o ilegitima a humillar a un pueblo, este último debe demostrar que su dignidad está por encima de cualquier ofensa.
                                                             Antonio Semprun

Con la llegada al poder en Venezuela de un caballo de Troya, hace casi quince años, comenzó a desdibujarse el futuro de un país que entre aciertos y errores se enrumbaba por un sendero muy diferente al que hoy viven sus habitantes.

En aquel momento la mayor preocupación de muchos venezolanos era que el país navegara hacia el "mar de la felicidad" y atracara en un puerto donde un dictador sanguinario mantenía a sus ciudadanos  sumidos en una terrible miseria y a la isla en un lugar destartalado que muestra en sus edificios y calles las consecuencia que deja el final de una  guerra.

El apátrida que se encontraba dentro del caballo de Troya partió después de abrirle las puertas de Venezuela a chulos cubanos, rusos, iraníes, nicaragüenses, bolivianos y ecuatorianos, chinos,  quienes como sádicos se lanzaron sobre sus riquezas para poseerlas vulgarmente.

En su resistida partida, en la que  pedía a Dios que le diera vida, dejo al pueblo que decía "amar" en una desgracia mayor,  le heredo la primera magistratura del estado a un extranjero convertido en títere de maestros titiriteros con más de cincuenta y cuatro años de experiencia en el "arte" de destruir el futuro y los sueños de una sociedad.

El ilegitimo heredero, ante el terror que le produce la posibilidad de perder el poder, debido a la reacción de los venezolanos  al auto convocar una marcha, que refleja el hastió por tanto irrespeto, burla y humillación, promueve el vandalismo y el saqueo, reafirmando así su condición de promotor de delitos que no sancionara.

El régimen cual hiena  risueña juega con la necesidad de los venezolanos usando venezolanos, en esa miserable manipulación el resultado es deprimente, negocios saqueados, más desempleo, venezolanos en estampida que en afán de lograr conseguir un pernil o un pollo aplastan  compatriotas  como ocurrió en una unidad militar en la ciudad de Puerto Ordaz.

Los venezolanos no merecemos esta humillación, correr despavoridamente para obtener una artículo que le permita sobrevivir y morir en ese intento. Lo que los Castro y su títere no podrán saquear es la impotencia, la rabia  y la consecuencia que estas producen en un pueblo al que un grupo de individuos que se creen sus dueños pretenden seguir pisoteando.

Cnel (GN) Antonio Semprun

@antoniosemprun