Después de dieciséis años de la
llegada al poder del Socialismo del siglo XXI, Venezuela está sumida en
una suerte de país en post guerra. Las políticas erradas por parte de
quienes ejercen el poder han desencadenado una situación de penuria, de crisis
social, económica y demográfica.
Las razones que los delincuentes
esgrimieron en 1992 para tomar el poder por la vía de las armas, están
potenciadas a su máxima expresión con el agravante de que el país fue saqueado,
se armaron mercenarios para defender la “revolución” y se entregó la Soberanía
Nacional.
Las redes sociales llevan al mundo lo
que los medios de comunicación secuestrados por el régimen no muestran,
imágenes de venezolanos agolpados por centenares frente a supermercados y
farmacias, escenas violentas en las que un venezolano pierde la vida en una
pelea por un artículo de primera necesidad o madres que rompen en llanto por la
impotencia de no encontrar alimentos que llevar a sus hogares.
Venezuela se deteriora a pasos
agigantados, mientras desde el poder se pretende mostrar al mundo una realidad
que no existe, culpar al ochenta por ciento de la población de su calvario o
responsabilizar a una guerra económica de la tragedia que vive el
venezolano cuando los delincuentes llevan más de una década ejerciendo el poder
total en el país.
Los inventarios de materia prima y de
productos terminados tienen fecha cercana de caducidad; treinta millones de
venezolanos están a punto de sufrir una crisis humanitaria por la avaricia de
poder de una camarilla de enajenados que llevan a Venezuela en franco
descenso vertical hacia el caos
Cnel (GN) Antonio Semprun
@antoniosemprun