La pasividad en una sociedad que vive momentos dramáticos da peligrosos
pasos a la costumbre.
Antonio Semprun
En los doscientos dos años transcurridos desde la firma
del acta de independencia, el país ha vivido épocas difíciles, los acontecimientos
sufridos por la sociedad venezolana por aquellos años de 1811, fueron
enfrentados por hombres y mujeres convencidos que la libertad habia que lucharla
con todos los medios posibles para no perderla.
Desde hace catorce años la noche se le vino encima a Venezuela
y a los venezolanos, una banda de
delincuentes se apodero del poder para utilizarlo a conveniencia y satisfacer
sus resentimientos y ambiciones personales, dejando de lado los intereses del país.
La lucha y la sangre derramada por aquellos hombres y
mujeres para liberar a Venezuela del
yugo español, hoy ha sido traicionada por un grupo de indignos venezolanos que cedieron
en bandeja de plata al invasor extranjero el país por el que entregaron sus
vidas y sus riquezas.
En la Venezuela del siglo XXI, hoy se repite una parte de
la historia de aquellos épicos tiempos, las apetencias de grandeza, la ambición
de poder volvieron a hacerse presentes, en un grupo de apátridas apoyados por chulos
extranjeros.
Lo que aún no se hace presente para emular la gesta histórica de los acontecimientos que antecedieron 5 de
julio de 1811, es la parte donde hombres de principios, amantes de la libertad,
consientes del momento histórico que asumieron, ejerzan el rol que le presenta la historia para
devolverle al país la independencia que está a punto de perder.
Los dramáticos momentos que vive Venezuela requieren de la
toma de decisiones trascendentales, no es justo alargar la agonía de un pueblo,
mientras sus verdugos lo arrodillan y lo humillan, no se debe asumir una lucha
que no se entiende y mucho menos que no se es capaz de enfrentar.
Cnel (GN) Antonio
Semprun
@antoniosemprun