OPERACION
BASTION
El
rescate de la libertad y los derechos de los ciudadanos de un país pagan un
precio muy doloroso, cuando el servilismo y la ambición de poder están tomados
de la mano.
Antonio Semprun
El tiempo en su lento pero incansable andar desnuda las ambiciones de poder y la ausencia de principios que esconden debajo de trajes de democracia quienes anteponen intereses personales a los intereses del país, el más reciente informe de inteligencia filtrado desde Cuba, la nueva capital de Venezuela no deja dudas de esta realidad.
Intereses extranjeros y nacionales pretenden convertir a Venezuela, en un país de esclavos donde el rey vive fuera de sus fronteras desde donde manipula marionetas a quienes les descubrió su talón de Aquiles, ambición de poder por la que son capaces de entregar el país.
El régimen Venezolano no solo a permitido
la entrada al territorio nacional a más de cincuenta mil ciudadanos cubanos
como cooperadores en todas los sectores del país, especialmente en áreas
sensibles de seguridad nacional, sino que introduce un ejército de ocupación cubano
de 4.500 hombres para la ejecución de la “Operación Bastión”, la agenda que
bajo la manga traían los verdaderos apátridas estuvo clara desde antes de su
llegada al poder.
Llegar al gobierno por medio de
la voluntad popular para desmontar las instituciones democráticas del país y
entregarlo. En Venezuela se fusiono un peligroso coctel antidemocrático,
intereses extranjeros, resentimiento social y admiración desmedida de quien tomó el poder
por un sanguinario dictador.
La historia viene de lejos escribió
Enrique Krauze en su libro “El Poder y el Delirio”, cincuenta años pasaron para que Fidel Castro,
pudiera desde su cama de hospital ver hacerse realidad su sueño, más que eso,
tiene a su merced probablemente sin voluntad propia a su aprendiz de dictador.
Recicla la Habana viejas recetas políticas
que le dieron réditos con la antigua Unión Soviética, la conformación de un trió de
incondicionales Maduro, Cabello, Jaua para garantizar la supervivencia de la
nefasta dictadura cubana.
Qué justo fuese que de la misma
manera como viene la historia para Cuba viniese para Venezuela, mediante el
protagonismo de venezolanos respetuosos y amantes de su país, como lo demostró
Rómulo Betancourt, el 24 de enero de 1959 cuando le dejo muy claro a Fidel, que
el petróleo venezolano no se regalaba se vendía, por aquellos tiempos el
nacionalismo, el amor por la patria y el respeto que por los venezolanos sentían
sus representantes políticos hicieron fracasar estrepitosamente dos invasiones
a Venezuela planificadas desde Cuba.
Cnel.
(GN) Antonio Semprun
@antoniosemprun