martes, 22 de febrero de 2011

La Espada que Camina en las Arenas del Medio Oriente


Cnel. (GN) Antonio Semprun
Oficial de la Plaza Altamira

El símbolo de libertad, constancia y justicia que representa la Espada del Perú como realmente se le llama a la espada del Libertador y que le fuera entregada el 24 de noviembre de 1825 en Chuquisaca como un obsequio de la ciudad de Lima en honor a las victorias obtenidas en las batallas de Junín y Ayacucho, el dictador venezolano la ha convertido en un regalo protocolar que entrega sin respeto a quien quiere deslumbrar haciendo gala de poder.

Esta joya de incalculable valor histórico que acompañó a Simón Bolívar en su camino a la inmortalidad estuvo con El, en Guayana, en Angostura, atravesó la coordillera del Páramo de la Pisba, lo ayudó a vencer en Pantano de Vargas y entró victoriosa a Bogotá. La espada que su mano blandió en Carabobo para sellar la libertad de Venezuela, su amada patria, lo siguió a Ecuador para triunfar en Bombona y dar la libertad a los Ecuatorianos, la que estuvo en las batallas de Junín y de Ayacucho para hacer libres al pueblo del Perú es en esencia un Símbolo de Libertad.

El dictador como indigno "representante" del gentilicio venezolano con el único propósito de satisfacer egos de mala entraña, no hace diferencias en el momento de elegir a quien le entrega este símbolo. La Espada del Libertador fué testigo de excepción de la lucha por la libertad y los sueños de los países que sufrían la opresión de la tiranía. Si bien es cierto que la han recibido personajes luchadores por el bienestar de sus pueblos también se la ha obsequiado a individuos de su mismo pelaje como Rober Mugabe, Raúl Castro, Mahmoud Ahmadineya, Alexander Lukashenko, Muammar Gadaffi, este último con ''suficientes méritos'' para haberla recibido dos veces.

El Libertador Simón Bolívar, intercambió la espada del Perú con Pablo Morillo para conseguir el armisticio que ayudó a traer la paz al continente. La espada compañera inseparable del Padre de la Patria testigo mudo de las horas aciagas del ilustre venezolano en su lucha por llevar la paz no sólo a sus conciudadanos sino a otra partes de la región. Hoy continúa su magnánima misión inspirando el alma de los pueblos a luchar por su libertad y sus derechos. Hoy la Espada del Libertador cabalga los desiertos del Medio Oriente avivando los fuegos de impotencia y la sed de libertad de los pueblos árabes.