La imágenes del pasado 21/02/2015 en las que un pelotón de hombres fuertemente armados adscritos al Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), arrestaban a Antonio Ledezma, un alcalde elegido por voluntad popular y era trasladado como si se tratará de unos de los delincuentes más peligroso del mundo, deja ver sin ninguna duda que el miedo se apoderó de los integrantes del socialismo del siglo XXI.
El sentimiento de inquietud que causa un peligro real o imaginario, hace estragos en todos los sectores del partido de gobierno (PSUV) y de sus integrantes. El peligro que enfrentan es real y creciente, se desmorona el proyecto que importaron desde Cuba e implementaron en un país rico que hoy vive las consecuencias de la ambición de las aves de rapiña que saben que se les acabó el festín.
Con el encarcelamiento y la persecución el régimen de Nicolás Maduro intenta acallar las voces de venezolanos que cada vez gritan más alto en defensa de la libertad y del rescate de la democracia. Las cárceles del país se están llenando de presos políticos y las estadísticas de homicidio aumentan cada día con el asesinato de estudiantes que protestan en las calles.
En Venezuela llegó la hora a la que más le temen los dictadores, aquella en la que por sobre cualquier cosa o circunstancia se quiere vivir en libertad. Sería imposible pretender que el aprendiz de dictador entienda que la cárcel o el secuestro solo detienen lo físico porque los principios se fugan de entre los secuestradores y por entre los barrotes.
Solo le queda al régimen de Maduro echar mano de las últimas armas de las que dispone, la represión, la persecución y el encarcelamiento y con ellas no le ganará la batalla al pueblo venezolano.
Cnel (GN) Antonio Semprun
@antoniosemprun
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