En las últimas semanas ha salido a la luz la podredumbre que estaba debajo de la alfombra roja que tendió Chavez y la banda de resentidos delincuentes con los que llegó al poder.
Cada escándalo de corrupción que hace titular en los periódicos del mundo, no así en los que controla la hegemonía comunicacional de régimen de Maduro, es más grande que el otro, es como si los ladrones de Alí Baba hubiesen competido entre ellos para ser dueños de enormes riquezas generadas como producto del robo del erario público venezolano.
No es la oceánica ignorancia de Nicolás Maduro la que no le deja ver a los protagonistas de la guerra económica que se inventó para justificar la miseria en la que está sumida Venezuela, la verdadera razón de está desgracia es su complicidad y nepotismo.
El país no tiene dinero para cumplir con los compromisos internacionales; en el ámbito nacional existen recortes en muchas áreas. La escasez se debe además de las expropiaciones al sector privado, a que el país debe pagar en efectivo lo que compra para satisfacer la demanda nacional.
Un pequeño grupo de delincuentes con el apadrinamiento de Hugo Chavez y Nicolás Maduro, se robaron el dinero del pais, hipotecaron el oro de las reservas internacionales y entregaron el petróleo a precio irrisorio mientras treinta millones de almas son víctimas de esas tropelías.
Venezuela se ha transformado en una compañía anónima que ha sido capaz de convertir en solo dieciséis años a las hijas de un Teniente Coronel fallecido, ex militares y escoltas presidenciales en portentosos “empresarios” que guardan en sus cuentas en bancos extranjeros miles de millones de dólares.
Coronel (GN) Antonio Semprun
@antoniosemprun
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