Llegaron tiempos
de decisiones en Venezuela, la tragedia que enfrenta el país en todos los
ámbitos así lo requiere, porque en medio del desastre económico, social,
político y espiritual están cercados más de treinta millones de venezolanos que
viven un horror de escasez, inseguridad y muerte.
Reza un refrán
que “cada día sale un pendejo a la calle
y el que lo encuentre es suyo”, Nicolás Maduro encontró el suyo, porta uniforme
militar lleno de condecoraciones ganadas vaya usted a saber en que guerras
porque Venezuela no ha librado ninguna que no sea la guerra económica inventada
por la marioneta de la Habana que lo puso en la primera línea de batalla.
Al General Padrino
López le colocaron una papa muy caliente en las manos, su vanidad y ambición de
poder lo hizo creer ser merecedor del poder
implícito de tan pomposo cargo, no de la enorme responsabilidad que
implica ser el jefe de ministros y
ministras en un país saqueado por sus camaradas.
Cree Nicolás
Maduro que la designación del nuevo superministro lo libera de la
responsabilidad de haber llevado a los venezolanos a la calamitosa situación
que enfrentan, Padrino López es el jefe
de gabinete de un país en el que no se produce un grano de maíz, la culpa de la
escasez de medicinas y de alimentos es ahora responsabilidad del cuatrisoleado
general que no ha podido resolver la falta de equipos, uniformes y comida en
las unidades de la FAN.
Nada nuevo bajo
el cielo gris de Venezuela, la ambición de un traidor que comparte el “mando único”
de la Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro con el ignorante ventrílocuo
que dirigen desde Cuba no cambiara la tragedia que ocasiona el
enroque del poder, no será el
superministro quien de respiro a la crisis que vive el país porque este
necesita un nuevo rumbo, nuevas estrategias económicas, políticas y sociales que
no saldrán de la cloaca política que ésta en el poder.
Al ministro de
ministros le entregaron un paquete chileno, no por tonto sino por ambicioso,
ahora tiene que resolver un problema de alimentación que no tiene solución en
las actuales condiciones que vive el país, y llegado el momento deberá tomar la
decisión de como enfrentar a un pueblo hambriento que se lanzara a la calles en
busca de comida sin que su actuación incremente su expediente como violador de
Derechos Humanos.
Con una dictadura
no se negocia la libertad ni se obedece de manera sumisa las decisiones de sus
órganos de ejecución como el TSJ y el CNE,
la enorme mayoría del pueblo venezolano es el poderoso órgano de
ejecución con el que cuenta Venezuela para derrocarla, ignorar su poder es criminal y hace cómplices de la tragedia a quienes lo
ignoran, las calles venezolanas son la solución de su tragedia.
Cnel (GN) Antonio Semprún
@antoniosemprún
coronelantoniosemprún.blogspot.com