Quien hace de la mentira y el engano un culto, no puede esperar que crean sus verdades.
- Antonio Semprun -
Cnel (GN) Antonio Semprun
Oficial de la Plaza Altamira
Catorce años han transcurrido desde que en Venezuela se instauró el engaño y la mentira como arma política para ganar adeptos. En esta cuenta están incluidos dos años de campaña para lograr por la vía constitucional el derecho a entregar y destruir el país. En la Argentina de Evita, la señora Cristina veía como su popularidad iba cuesta abajo, la muerte de su esposo no esperada ni planificada colocó globos de helio a su popularidad, no sería extraño que un viejo experimentado en el arte del engaño y la burla, que ha tenido sometido a un pueblo durante cincuenta y dos años viera es este suceso una opción para levantar la popularidad de quien representa la última bombona de oxigeno de su dictadura.
Las frase repetida por Fidel y Chávez, ''la batalla contra esta enfermedad también la ganaremos'' podría ser una línea más del libreto escrito desde Cuba para que el dictador venezolano retorne triunfante después de haberse convertido en verdugo de la muerte, lo que lo haría erigirse como el guerrero que venció a la esquelética señora de macabra sonrisa.
Lo impensable puede ser posible cuando se trata de un narcisista que no tiene reparo en entregar el país para mantenerse en el poder sin importar si lo gobiernan desde la Habana y un anciano que vé en peligro la monumental ayuda que recibe de Venezuela para que su dictadura no se extinga dándole paso a lo que los cubanos están gritando con desesperación, respeto a sus derechos y la libertad de su pueblo.
El hermetismo indica una terrible verdad para algunos y una monumental mentira para muchos, es muy extraño que un régimen que se ha regido por las reglas de un vecindario de comadres donde nada queda oculto ante sus ojos, sus oídos y sus lenguas no se haya informado sobre la ''enfermedad' que padece el Teniente Coronel Presidente.
Un viejo adagio reza ''Cada quien recoge lo que siembra'', entonces quien ha sembrado odios, quien eligió integrar las filas del equipo del mal, quien es responsable de la amargura, la tristeza y el llanto de madres, esposas, hijas, hermanas, novias venezolanas, quien ha etiquetado de diablos con sotana a los representantes de la iglesia, quien ha profanado tumbas y ha permitido vejaciones a las imágenes religiosas, quien ha hecho de la burla y la mentira una empresa rentable, hay que dejarlo que recoja lo que sembró y que le explique a Dios y a su Santa Madre su proceder.
Si fuese cierto lo de la enfermedad, entonces que el enfermo y sus acólitos que se encarguen de ella porque el cincuenta y dos por ciento de los venezolanos tienen el deber y la inmensa responsabilidad de trabajar incansablemente por un país que está realmente enfermo del que debemos con urgencia ocuparnos, un país que no necesita que se oculte su diagnóstico porque es más que evidente que el grave accidente que sufrió hace doce años lo tiene hoy en terapia intensiva.
En la Venezuela que precedió esta nefasta involución, cuando se acercaba el final del quinquenio que concluía con un mandato presidencial, los partidos políticos se aprestaban a presentar sus programas de gobiernos para hacerse acreedores del voto de los venezolanos que le permitieran acceder a la máxima magistratura para poner en práctica lo prometido. En ese momento no importaba si el mandatario saliente estaba o no enfermo, lo realmente importante era la salud de Venezuela, esa es y debe ser la premisa que ocupe el tiempo y el esfuerzo de todos los venezolanos. Debemos olvidarnos de la enfermedad del dictador venezolano, si tiene o no cáncer y dónde lo tiene, que nos importa un diagnostico que puede ser el resultado de un maquiavélico experimento de los laboratorios del G-2 cubano, es que saberlo saca a Venezuela del hoyo en el que la tienen sumergida.
Lo bueno debe ser rescatado no importa del lado en el que se encuentre. El dictador venezolano hace que en las filas del PSUV marchen unidos por convicción o por coacción saben que dividirse es poner en peligro el proyecto que les permite ultrajar a Venezuela. La lección aunque evidente no se ha aprendido por mezquinas apetencias personales. La UNIDAD es la única formula que permitirá extirpar un cáncer que mantiene enfermo al país y que una vez extirpado permitirá en una Venezuela democrática luchar por sus metas.
- Antonio Semprun -
Cnel (GN) Antonio Semprun
Oficial de la Plaza Altamira
Catorce años han transcurrido desde que en Venezuela se instauró el engaño y la mentira como arma política para ganar adeptos. En esta cuenta están incluidos dos años de campaña para lograr por la vía constitucional el derecho a entregar y destruir el país. En la Argentina de Evita, la señora Cristina veía como su popularidad iba cuesta abajo, la muerte de su esposo no esperada ni planificada colocó globos de helio a su popularidad, no sería extraño que un viejo experimentado en el arte del engaño y la burla, que ha tenido sometido a un pueblo durante cincuenta y dos años viera es este suceso una opción para levantar la popularidad de quien representa la última bombona de oxigeno de su dictadura.
Las frase repetida por Fidel y Chávez, ''la batalla contra esta enfermedad también la ganaremos'' podría ser una línea más del libreto escrito desde Cuba para que el dictador venezolano retorne triunfante después de haberse convertido en verdugo de la muerte, lo que lo haría erigirse como el guerrero que venció a la esquelética señora de macabra sonrisa.
Lo impensable puede ser posible cuando se trata de un narcisista que no tiene reparo en entregar el país para mantenerse en el poder sin importar si lo gobiernan desde la Habana y un anciano que vé en peligro la monumental ayuda que recibe de Venezuela para que su dictadura no se extinga dándole paso a lo que los cubanos están gritando con desesperación, respeto a sus derechos y la libertad de su pueblo.
El hermetismo indica una terrible verdad para algunos y una monumental mentira para muchos, es muy extraño que un régimen que se ha regido por las reglas de un vecindario de comadres donde nada queda oculto ante sus ojos, sus oídos y sus lenguas no se haya informado sobre la ''enfermedad' que padece el Teniente Coronel Presidente.
Un viejo adagio reza ''Cada quien recoge lo que siembra'', entonces quien ha sembrado odios, quien eligió integrar las filas del equipo del mal, quien es responsable de la amargura, la tristeza y el llanto de madres, esposas, hijas, hermanas, novias venezolanas, quien ha etiquetado de diablos con sotana a los representantes de la iglesia, quien ha profanado tumbas y ha permitido vejaciones a las imágenes religiosas, quien ha hecho de la burla y la mentira una empresa rentable, hay que dejarlo que recoja lo que sembró y que le explique a Dios y a su Santa Madre su proceder.
Si fuese cierto lo de la enfermedad, entonces que el enfermo y sus acólitos que se encarguen de ella porque el cincuenta y dos por ciento de los venezolanos tienen el deber y la inmensa responsabilidad de trabajar incansablemente por un país que está realmente enfermo del que debemos con urgencia ocuparnos, un país que no necesita que se oculte su diagnóstico porque es más que evidente que el grave accidente que sufrió hace doce años lo tiene hoy en terapia intensiva.
En la Venezuela que precedió esta nefasta involución, cuando se acercaba el final del quinquenio que concluía con un mandato presidencial, los partidos políticos se aprestaban a presentar sus programas de gobiernos para hacerse acreedores del voto de los venezolanos que le permitieran acceder a la máxima magistratura para poner en práctica lo prometido. En ese momento no importaba si el mandatario saliente estaba o no enfermo, lo realmente importante era la salud de Venezuela, esa es y debe ser la premisa que ocupe el tiempo y el esfuerzo de todos los venezolanos. Debemos olvidarnos de la enfermedad del dictador venezolano, si tiene o no cáncer y dónde lo tiene, que nos importa un diagnostico que puede ser el resultado de un maquiavélico experimento de los laboratorios del G-2 cubano, es que saberlo saca a Venezuela del hoyo en el que la tienen sumergida.
Lo bueno debe ser rescatado no importa del lado en el que se encuentre. El dictador venezolano hace que en las filas del PSUV marchen unidos por convicción o por coacción saben que dividirse es poner en peligro el proyecto que les permite ultrajar a Venezuela. La lección aunque evidente no se ha aprendido por mezquinas apetencias personales. La UNIDAD es la única formula que permitirá extirpar un cáncer que mantiene enfermo al país y que una vez extirpado permitirá en una Venezuela democrática luchar por sus metas.
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