Hay quienes
creen que el precio de la paz en una sociedad, es menor
que el de su conciencia.
Antonio
Semprun
Lo ocurrido ayer 03/21/2014, en la Organización de
Estados Americanos, donde se le impidió a la diputada venezolana María Corina
Machado, exponerle al mundo lo que está ocurriendo en Venezuela, es un capítulo
más que se escribirá en la historia de un organismo gris que reúnen a ciudadanos
preocupados por el bienestar de una región y ciudadanos preocupados por sus
cuentas bancarias o por la tranquilidad del
país que representan.
El petróleo y dinero de los venezolanos utilizados
para comprar conciencias, y colocar un bozal de arepas a quienes calientan los
asientos en la sede del organismo internacional, dejaron en evidencia que la lucha por preservar la democracia en algún país
de la región depende de su pueblo no de los gobiernos.
Con su acción
la OEA hace ver a la democracia
como una especie de platillo que se saborea con una cuchara de plata, o con una
cuchara de madera, dependerá del estado que esté sentado en el banquillo, y de
lo que tenga su sub suelo para llenar bolsillos y arrojar generosas dadivas.
Lamentable la posición de la señora Dilma Rousseff,
cuando sumo su voto para impedir que el mundo conociera la violación de derechos humanos y la implantación de una
dictadura en Venezuela, este tipo de comportamientos
ratifican que no importa cuán poderoso es un país, este se arrodilla ante las decisiones de sus gobernantes y en
el caso de la señora Rousseff, pudieron más los intereses del Foro de Sao Paulo,
que la democracia en un país rico dirigido por marionetas que le sirven de testaferro.
El mundo es una OEA universal, donde no es verdad que
la democracia que en otros países está en
peligro de extinción sea un bastión a defender, quedo demostrado que quienes
desde la distancia ven peligrar sus propios intereses y el de sus estados
voltean la mirada hacia otro lado, basta verse en el espejo de Siria, Ucrania.
Cnel
(GN) Antonio Semprun
@antoniosemprun
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