El
dinero y el petróleo venezolano no solo sirven para comprar conciencias,
voluntades y poner precio al honor de hombres y mujeres, sirve también para
comprar posiciones sin importar dónde. En
esta
oportunidad en el Consejo de Seguridad de la ONU.
La
aprobación de Venezuela para formar parte del organismo internacional no es un
reconocimiento a la revolución bolivariana violadora de derechos humanos y
enemiga de la democracia, es un mandato para cumplir con la responsabilidad
impuesta por la Carta de la Naciones Unidas para “mantener la paz y la
seguridad internacional” derogada a un país que ha destruido la paz
y ha promovido la inseguridad como política de estado.
Al
frente de esta designación estará María Gabriela Chávez, señalada por delitos de
corrupción que según Elías Jagua “busca llevar el mensaje profundo de Chávez a
la ONU”. Son ciento noventa y un países miembros del organismo internacional, lo
que sin duda debe haberle costado a Venezuela una fortuna en
cabildeo.
Lo que Rafael Ramírez vende como un logro de la revolución es una compra estéril, considerando que los cinco países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido tienen derecho a veto. Si alguno de estos países vota en contra de una propuesta, está queda rechazada aunque el resto de los países miembros hayan votado a favor.
La designación de Venezuela como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU para el periodo 1 de enero de 2015 al 31 de diciembre de 2016, deja en evidencia que la profundidad de los bolsillos de algunos y los intereses de los estados prevalecen ante la paz de una sociedad y más aún están por encima de la democracia como sistema de gobierno.
Cnel
(GN) Antonio Semprun
@antoniosemprun=
Cnel.(GN) Antonio Semprun
@antoniosemprun
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